APRENDIENDO MÁS DEL ESPÍRITU SANTO:
(Juan 16: 5: 15).
INTRODUCCIÓN:
El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad. De acuerdo a la Biblia, el Espíritu Santo procede de la eternidad del Padre (Juan 15: 26) y del Hijo exaltado (Juan 16: 7; Hechos 2: 33; Gálatas 4: 6), siendo igual a ellos en esencia. No es una mera influencia que emana de Dios (como algunos enseñan), sino el agente inmediato en toda la obra divina, tanto en la creación material como en el espíritu del hombre, manifestando todos los atributos de una personalidad. Su Nombre se halla unido con el Padre y el Hijo en la fórmula bautismal (Mateo 28: 19) y en la bendición del apóstol Pablo (2ª. Corintios 13: 14).
I. LOS NOMBRES DEL ESPÍRITU SANTO: (Nuevo Testamento).
Toda la doctrina que se refiere al Espíritu Santo encuentra su base en Las Sagradas Escrituras. La persona del Espíritu Santo, es considerada como: “Parakletos”, (Lucas 11: 13); Abogado y Consolador (Juan 14: 16 y 26). Además la Biblia identifica al Espíritu Santo con los siguientes nombres:
A. El Espíritu de Cristo (Romanos 8: 9 y 1ª. Pedro 1: 11).
B. El Espíritu de Dios (Romanos 8: 14).
C. El Espíritu del Dios vivo (2ª. Corintios 3: 3).
D. El Espíritu del Hijo (Gálatas 4: 6).
E. El Espíritu del Señor (2ª. Corintios 3: 17).
F. El Espíritu Santo de la Promesa (Efesios 1: 13).
G. El Espíritu Eterno (Hebreos 9: 14).
H. El Espíritu de gloria (1ª. Pedro 4: 14).
I. El Espíritu de gracia (Hebreos 10: 29).
J. El Espíritu de verdad (Juan 15: 26).
II. EL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO:
A. El Espíritu Santo aparece como agente divino en la creación: “... y el Espíritu Santo se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1: 2); es decir, que él daba energía, (incubaba) vida y calor a todo lo creado. El Espíritu Santo también es el agente divino en:
1. En la renovación de la naturaleza (Salmo 104: 30.
2. En la vida humana (Job 33: 4).
3. En la transformación moral del pueblo (Zacarías 12: 10).
4. En la resurrección histórica del Pueblo de Israel (Ezequiel 37: 9).
5. En el crecimiento espiritual (Joel 2: 28 y 29).
B. El pasaje que lo representa más aproximadamente como una persona es Isaías 63: 10 “... e hicieron enojar su Santo Espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos”. Los hombres que se formaron bajo el antiguo pacto experimentaron en ocasiones una fuerza física y un valor superiores a los que podían esperar de sí mismos (Sansón, Jueces 14: 6); en una gran capacidad mental y habilidad artística acrecentadas extraordinariamente (Bezaleel, Exodo 31: 1 – 3).
C. La explicación de todo ello es que el Espíritu de Jehová “cayó” sobre ellos; “invistió” en ellos, los “llenó”; en fin, obró poderosamente a su favor. Aún más característica es una visión extraordinaria que interpreta la realidad pasada y predice los sucesos futuros, o sea, la inspiración profética (1ª. Pedro 1: 10 – 12).
D. El falso profeta Sedequías dijo a Micaías: “...¿Por dónde se fue de mí el Espíritu de Jehová para hablarte a ti”?. El punto de enlace con el Nuevo Testamento es el futuro Mesías altamente dotado con el Espíritu de Dios (Isaías 11: 2; 42: 1; 61: 1).
III. LA PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU SANTO:
A. El Espíritu Santo es una persona, no una mera influencia, emanación o manifestación. En las palabras del Señor Jesús a los apóstoles en el cenáculo atribuye al Espíritu Santo acciones propias de una persona:
1. “Yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14: 16);
2. “... Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14: 26).
3. “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí” (Juan 15: 26).
4. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16: 13).
B. También podemos notar que el Señor habla del pecado contra el Espíritu Santo (Mateo 12: 31). Como persona Divina que es, se puede:
1. Contristar (Efesios 4: 30)
2. Se le resiste (Hechos 7: 51)
3. Se le hace afrenta (Hebreos 10: 29).
4. Habla a sus siervos (Hechos 8: 29; 10: 19.
5. Elige a sus siervos para la obra (Hechos 13: 2).
6. Envía a sus siervos a realizar ministerios especiales (Hechos 13: 4)
7. Prohibe hablar... (Hechos 16: 6 y 7).
8. Ayuda e intercede (Romanos 8: 26 y 27).
C. El Espíritu Santo es Dios. Esta verdad queda probada por muchos pasajes de las Sagradas Escrituras en los que se identifica al Espíritu Santo con la divinidad. Por ejemplo: El profeta Isaías (6: 8 y 9) dice que oyó la voz del Señor, y el escritor inspirado Lucas, haciendo historia de Pablo en un momento cuando éste se refirió a aquel pasaje de Isaías, escribe: “... Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías...” (Hechos 28: 25 y 26). Esto significa que el Ser que habló era Dios el Espíritu Santo (compárese con Jeremías 31: 31 – 34 y Hebreos 10: 15).
D. Otro caso muy notable es el pecado cometido por el matrimonio Ananías y Safira, que motivó las siguientes palabras del apóstol Pedro: “¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo...? No has mentido a los hombres, sino a Dios” (Hechos 5: 3, 4 y 9). La afirmación es clara: Mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios.
E. Las Sagradas Escrituras atribuyen constantemente al Espíritu Santo los atributos de Dios, como omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia; y también su perfección suma: La santidad (Lucas 4: 14; Efesios 3: 16; Salmo 139: 7 – 12; Job 26: 13; 33: 4; 1ª. Corintios 2: 9 – 12; 6 11; 12: 8 – 11; Hebreos 9: 14; Romanos 1: 4; 8: 11; 2ª. Pedro 1: 21; Hechos 1: 16; 20: 28; Lucas 12: 12; Apocalipsis 2 y 3).
IV. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO:
A. Con relación a la creación material. Su primera manifestación en el mundo se describe en Génesis 1: 2: “El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”; y Job exclama: “Por su espíritu adornó los cielos” (Job 26: 13).
B. En relación con la humanidad. La formación del hombre en Génesis 2: 7 se describe así: “Entonces Jehová formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en sus narices aliento de vida”. La actitud del creador señala la parte espiritual del hombre, el cual fue formado por el Espíritu Santo. “El Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” (Job 33: 4; y 27: 3). Antes del diluvio el Espíritu Santo “Contendía” con el hombre (Génesis 6: 3).
C. El Espíritu Santo capacita a los hombres para la obra de Dios: (véase los casos de Bezaleel y Sansón, referidos en la literal B del punto II).
D. En relación con las Sagradas Escrituras:
1. Es su autor. (1ª. Pedro 1: 10 – 12 y 21; Hechos 1: 16; 2ª. Timoteo 3: 16 y 17; Juan 14: 26; 16: 12 – 15). Todos estos pasajes revelan la intervención del Espíritu Santo en la redacción de las Escrituras “impulsando y guiando” a los escritores a la verdad, y dando el “aliento divino” a los escritores.
2. Es su intérprete. (1ª. Corintios 2: 10; 1ª. Juan 2: 20, 27). La interpretación de las Sagradas Escrituras por medio del Espíritu Santo, sin embargo, no implica la oposición a la gramática ni al contexto. Tampoco se puede prescindir de los doctores, ya que éstos son dones concedidos por Cristo a la Iglesia e instrumentos para la enseñanza bíblica en manos del Espíritu Santo (Efesios 4: 11 y 12; 1ª. Corintios 12: 28).
E. En relación con la persona de Cristo: El Señor Jesús fue engendra (humanamente) en el seno de la bienaventurada Virgen María por obra y gracia del Espíritu Santo (Lucas 1: 35), y fue “ungido” con el Espíritu Santo para su ministerio terrenal (Hechos 10: 38) Como ya hemos apuntado, el Espíritu Santo es también el Espíritu de Cristo, y todas las cosas pertenecientes al Señor Jesús son administradas y reveladas al creyente por el Espíritu Santo (Juan 15: 26; 16: 14; Hechas 1: 2; Filipenses 1: 19).
F. En relación con la obra de la Cruz. El autor de la Epístola a los Hebreos declara que Cristo, por el Espíritu eterno, se ofreció voluntariamente sin mácula a Dios (Hebreos ). 14).
G. En relación con la resurrección de Cristo: Este prodigio de los siglos fue realizado por el poder del Espíritu Santo, según hallamos en Romanos 8: 11 “El Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús...”.
H. En relación con la iglesia: En cumplimiento de la promesa del Padre y del Hijo (Marcos 1: 8; Lucas 24: 49; Juan 14: 16 y 26; Hechos 1: 4 y 8; 8: 2 – 33 y Efesios 1: 13), el Espíritu Santo vino sobre los discípulos, formando la iglesia en el día de Pentecostés (Hechos 2: 1 y versículos siguientes), y seguirá en ella hasta llevarla al encuentro del Esposo (véase la hermosa ilustración de este acontecimiento en Génesis 24). El Espíritu Santo habita en la iglesia como en un templo (Efesios 2: 22) y aparece como un articulador de una unidad viviente, de la cual él es el alma: “Un cuerpo y un Espíritu... (Efesios 4: 4); esto significa que por el Espíritu Santo las almas renacidas son bautizadas en un solo cuerpo místico (la iglesia), según expresión textual del apóstol Pablo: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo” (1ª. Corintios 12: 3).
I. Con relación a la iglesia local: El origen y ejercicio de los dones espirituales en la iglesia se deben al Espíritu Santo, quien reparte a cada miembro cristiano como él quiere. En 1ª. Corintios 12: 1 – 11 neumática (“cosas del Espíritu”) y carismata (“dones de gracia”). La iglesia local es también templo del Espíritu Santo (1ª. Corintios 3: 16 – 17).
J. En relación con los siervos de Dios: La persona del Espíritu Santo es la que guía a los obreros del Señor, tanto a los apóstoles como a los evangelistas, a los misioneros, a los ancianos (presbíteros, sobreveedores) y a los doctores de la Palabra, indicándoles el contacto con las almas (Hechos 8: 29), enviándoles a los lugares donde deben predicar la Palabra (Hechos 10: 19 y 20), escogiendo a los siervos que han de cumplir el trabajo para el cual son llamadas (Hechos 13: 1 y 2), sellando los acuerdos de los responsables de las iglesias (Hechos 15: 28) y abriendo y cerrando caminos (Hechos 16: 6 y 7).
K. En relación con el mundo: Cuando el Señor Jesús prometió el Espíritu Santo a los apóstoles, dijo también que uno de los cometidos del Espíritu sería el de convencer de pecado a los hombres (Juan 16: 7 – 11), siendo el único que puede traer al hombre el verdadero sentido de la justicia y del juicio. La voluntad del hombre ha de cooperar con el ungir del Espíritu Santo, pero aquél no podría hacer hada sin la obra de gracia de éste.
L. En relación con el individuo: Si la convicción del pecado es seguida por el arrepentimiento para con Dios y la fe en Cristo de parte del hombre, el Espíritu Santo produce la regeneración de la vida “de arriba”. El orden, según las Escrituras, es como sigue: cuando por medio de la predicación de la Palabra, se presenta ante los hombres al Cristo crucificado como el único remedio para la condición pecaminosa de las almas, y le aceptan como Salvador personal, entonces el Espíritu Santo aplica la virtud de la Sangre de Cristo a sus corazones, purificándolos; vivifica la semilla de la Palabra, y hace su morada en el creyente (Gálatas 3: 1 y 2; Tito 3: 5; Hebreos 10: 29).
V. EL ESPÍRITU SANTO Y EL CREYENTE:
A. El Espíritu Santo y la santificación. El Espíritu Santo habita en los creyentes a partir del momento de su conversión (Hechos 2: 38; Romanos 8: 11; 1ª. Corintios 6: 19 y 20; Gálatas 4: 6; 2ª. Timoteo 1: 14); y “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8: 9). Pero si bien es verdad que en cada creyente regenerado mora el Espíritu Santo y que ya está bautizado en Cristo por el Espíritu Santo, también es cierto que las Escrituras distinguen entre “poseer el Espíritu” y “estar llenos del Espíritu”. Por ejemplo en Efesios 4: 30, Pablo dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”; mientras que en Efesios 5: 18 el apóstol exhorta: “...antes bien sed llenos del Espíritu”. La Escritura presenta a Cristo como quien murió al pecado una sola vez, pero que vive para Dios eternamente. El creyente se apropia por la fe de la gran verdad de su identificación con Cristo en su muerte y en su resurrección; el Espíritu Santo le administra las cosas del Señor Jesús y le impele por el camino de la santificación (Romanos 1: 4; 1ª. Corintios 6: 11; 2ª. Corintios 3: 18; 1ª. Pedro 1: 2).
B. El Espíritu Santo y la Oración: El creyente muchas veces no sabe lo que ha de pedir al Padre ni cómo pedirlo, pero el Espíritu Santo cumple su cometido intercediendo a favor del cristiano (Romanos 8: 26 y 27). Jesús es nuestro intercesor a la diestra del Padre, y el Espíritu lo es desde nuestro corazón; por eso se nos manda orar “en el Espíritu” (Efesios 2: 18; 6: 18 y Judas 20).
VI. LOS SÍMBOLOS DEL ESPÍRITU SANTO:
A. Hay una variedad de símbolos del Espíritu Santo en la Biblia. En el bautismo del Señor fue visto por él y por Juan Bautista “...que descendía como paloma, y venía sobre él” (Mateo 3: 16. En el Día de Pentecostés: “y les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego...” (Hechos 2: 3). El Señor le compara al viento, en su conversación con Nicodemo (Juan 3: 8), y como agua en Juan 7: 37 – 39. Otras figuras en el Nuevo Testamento son el sello y las arras de la herencia (Efesios 1: 13 y 14; 4: 30): la marca indubitable del verdadero creyente y la prenda anticipada de su redención completa en el día de la consumación.
B. A parte de los símbolos que se relacionan expresamente al Espíritu Santo en las Escrituras, creemos que, por analogías y consideraciones que no podemos justificar dentro de los límites de este estudio, hemos de aceptar los siguientes como figuras de su Persona y operaciones:
1. Las lluvias de Joel 2: 23 y 28.
2. Los ríos de Isaías 44: 3.
3. El aceite de Levítico 8: 30
VII. EL ESPIRITU SANTO Y LA RESURRECCIÓN DEL CREYENTE:
A. El cuerpo de resurrección del creyente es (en griego) soma pneumatikon, que equivale a “cuerpo espiritual”, demuestra que toda limitación de la carne se habrá superado, siendo el cuerpo el perfecto y apropiado vehículo del espíritu redimido 1ª. Corintios 15: 42 – 51). Para la vivificación del cuerpo mortal, intervendrá la operación del Espíritu Santo (Romanos 8: 11).
B. En la íntima armonía de la Trinidad y hasta el punto que misterios tan inefables han sido revelados, el Padre, como fuente de amor, ejerce su voluntad en el Plan de Salvación; el Hijo, impulsado por la gracia divina, lleva a cabo la obra de la redención por medio de su gran misión a la tierra, y el Espíritu Santo, aplica todo el valor de la obra de la Cruz en potencia y eficacia a los corazones de los creyentes, todos los cuales pueden participar siempre de la bendita “comunión del Espíritu Santo” (2ª. Corintios 13: 14).
CONCLUSIÓN:
El Espíritu Santo, además de ser la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, cumple una misión importante en la iglesia: Es consolador, intercesor y abogado, redarguye de pecado, revela los grandes misterios del reino de Dios a sus siervos, nos guía a las verdades de las Sagradas Escrituras y ayuda al creyente a orar. Si el Espíritu Santo no estuviera presente en la iglesia de Dios, nuestra vida sería aburrida y totalmente vacía.
Que el Señor nos siga bendiciendo en su amor y misericordia.
Juan Miguel
Publicado en los Foros Ekklesia Viva