Cristo nuestra pascua
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Por John Stott
Los acontecimientos en el aposento alto y la significación de la cena del Señor resultan aún más impresionantes por que ocurren en el contexto de la Pascua. Ya hemos visto que Jesús concebía su muerte en función de un sacrificio veterotestamentario.
¿Cuál era el sacrificio que tenía en mente? Al parecer, era no sólo el sacrificio en el monte Sinaí relatado en Éxodo 24, por medio del cual se renovó el pacto en forma decisiva, sino también el sacrificio pascual de Éxodo 12, que se
convirtió en una conmemoración anual del Pacto y la liberación obrada por Dios a favor de Israel.
Según los Evangelios sinópticos, la última cena de Jesús con los Doce fue la comida pascual que siguió al sacrificio del cordero pascual. Esto resulta claro porque los discípulos preguntaron a Jesús donde debían de hacer los preparativos para comer ‘la Pascua’
Según Juan, sin embargo, no correspondía comer la pascua antes del viernes por la noche, un día después de lo acontecido en el aposento alto. Esto significa que Jesús ya estaba muriendo en la cruz en el preciso momento que se estaban matando los corderos pascuales.
Más allá de conciliar esta cronología, el contexto de la Pascua nos da tres lecciones consideradas:
En primer lugar, Jesús atribuyó fundamental importancia a su muerte. En realidad, estaba dando instrucciones para que la celebración anual de la Pascua fuese remplazada por su propia cena. Esto se desprende de las palabras de explicación que habló sobre el pan y el vino:
“Esto es mi cuerpo…- esto es mi sangre”, Tal como el jefe de una familia judaico—aramea hacía con respecto a la comida pascual (“Esto es el pan de aflicción que nuestros padres tuvieron que comer cuando salían de Egipto”, pp. 54-57). Dice Joachim Jeremías que “Jesús modeló sus dichos sobre el ritual de interpretar la Pascua”
Esto aclara, en segundo lugar la forma en que Jesús entendía el propósito de su muerte. Jesús escribió Jeremías, presupone “una muerte que ha separado carne y sangre. En otras palabras, Jesús habló de sí mismo como un sacrificio”.
Más aún, “probablemente hablaba de sí mismo como un sacrificio”. Más aún, “probablemente hablaba de si mismo como el cordero pascual”, de modo que el significado de su última parábola es: “¡Voy a la muerte como el verdadero sacrificio pascual!”
Las implicaciones de esto son considerables. En la Pascua original en Egipto cada uno de los corderos pascuales moría en lugar del primogénito de la familia, y el primogénito se salvaba únicamente si se mataba un cordero en su lugar.
No solo debía morir el cordero, sino que su sangre tenía que ser rociada en la puerta de entrada a la casa y su carne debía ser consumida en una comida de comunión.
De este modo el ritual pascual también nos enseña una tercera lección, la de que era necesario que cada cual se apropiase personalmente de los beneficios de la muerte vicaria de Cristo.
Tomado de: La cruz de Cristo. John Stott.
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