El modo como la mujer va vestida y aderezada coincide absolutamnte con la pompa ostentosa de los altos signatarios de las Iglesias oficiales, no sólo de Roma, sino también de la llamada Ortodoxia y, aunque en menor grado, de la Iglesia Anglicana (tanto más cuanto más «alta»). La « púrpura cardenalicia » es ya una frase proverbial. Lo mismo puede decirse del aderezo de oro, perlas y piedras preciosas que con tiaras, mitras y pectorales han estado cubiertos (en especial, hasta el Concilio Vaticano II)
Los colores de púrpura y escarlata nuevamente identifican a la mujer tanto con la Roma pagana como cristiana. Estos eran los colores del ropaje de los césares romanos y con los que los soldados vistieron a Cristo como "Rey" para burlarse de él (véase Mateo 27:28 y Juan 19:2,5), vestiduras que el Vaticano adoptó para uso propio.
Los colores de la mujer todavía son literalmente los colores del clérigo romano. La Enciclopedia Católica (Our Sunday Visitor´s Catholic Encyclopedia - 1991), dice:
Cappa Magna
Un manto de cola larga y una capucha con hombrera ... era de lana púrpura para los obispos; para cardenales, era de seda escarlata lavada (para adviento, cuaresma, viernes santo y cónclave, lana púrpura); y seda lavada rosa para domingos Gaudette y Laetare; y para el Papa, era terciopelo rojo para maitines navideños, sarga roja para otras ocasiones.
El hábito hasta los tobillos, de talle ajustado, usado por el clérigo católico como su vestimenta oficial... El color para los obispos y otros prelados es púrpura, para los cardenales es escarlata..."
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